Relatos, poemas, cartas...

"La nostalgia es un sentimiento que madura en el odre de la vida".

miércoles, 2 de febrero de 2011

EL SUEÑO


     Te parecerá extraño… deseo tanto que llegue este momento que, cuando se avecina, mis nervios revolotean entre las yemas de mis dedos, mis ojos toman un brillo chispeante y mi pecho alcanza una temperatura elevada.
     Sabes…  Cuando te  pienso,  mi cuerpo se concentra sólo en ti, mi sangre fluye despavorida en dirección a mi cerebro, para ver tu fotografía colgada en la pared de mi pensamiento. Luego viaja por caminos y sendas repartiendo tu imagen, a mis ojos, a mis oídos, a mis labios, a mi cintura, a mis muslos, a mis manos... Tocan generala  e irrumpe desde todos los lugares para concentrarse en mi corazón. Allí, aglutinada y bulliciosa se trasforma en un arrecife de sentimientos, buscándote...
     Ahora estoy solo, mirando a través del cristal de la ventana, la luna asoma blanca y redonda. Acecha, la miro y me sonríe, sabe que estoy escribiéndote, seguro que ella te ve durmiendo de costado acurrucada. Me transporto con la magia de un cometa hasta tu sueño.
 “El sueño”. Un barco navegando en un mar azul y calmado. Solos, sin prejuicios y la luna como  testigo de nuestro amor. Yo, apoyado sobre la barandilla de proa, tú, de frente, con tus manos rodeando mi cuello, mis manos se colocan en tu cintura y te atrapan, presionan ligeramente sobre tu cuerpo para atraerte, y tú, cedes voluntariosa. Posas tus labios sobre mi boca, mis ojos se cierran,  mi lengua busca entre tu boca el sabor de tu aliento mezcla de miel y triunfo. El instrumento del deseo emprende su juego y comienzan a fluir sensaciones por todos los recovecos.
     Tu vestido cae sobre la cubierta, tu silueta luce desnuda bajo la luz de la luna, tus pechos como lóbulos del asteroide Castalia, los poros de tu piel se abren y emanan el aroma del deseo. El semáforo del placer se pone en verde y comienza la aventura, eclipsados, borrachos de tenernos, locos de ese instinto primitivo.
     Yo, me tumbo en la madera, desnudo,  tú te sientas a horcajadas y te clavas en la cresta de mi ola, todo se nubla, bebes en mi boca y yo en la tuya, las manos de desbocan y  acompañan nuestro balanceo y... estallamos al unísono en un final deseado, casi fiero, eterno, repleto de colorido y sabor. La cubierta  cruje alborotada, mientras unos jirones de nubes pasan por delante de la luna, oscureciendo la noche.






No hay comentarios:

Publicar un comentario