Relatos, poemas, cartas...

"La nostalgia es un sentimiento que madura en el odre de la vida".

sábado, 8 de octubre de 2011

De sólo pensar


De sólo pensar que en tu regazo,
pueda mi frente dormitar un día,
un calor sofocante por mi piel viaja,
y deja profanada, la pasión vivida.

De sólo imaginar que sobre el mar
puedan tus manos remar mi brisa
un aroma de azucenas se desprende,
y mi ola de amor, de su olor precisa.

…Y después de navegar sobre ese lienzo,
que pinta de matices, la flor de tu risa.
No puedo por más que seguir cantando,
la canción que suena, cuanto estás dormida.


miércoles, 28 de septiembre de 2011

MI AFANADA NEURONA

La tarde es calurosa. Un campo de remolachas se observa en el horizonte, donde diminutas nubes blancas carentes de lluvia luchan contra el implacable sol.
Ensimismado en mi habitación por la escena y rodeado de pilastras de libros, me dispongo a desahogarme y escribir una nueva historia con la que cumplir mi objetivo semanal. Una tarea que mi única neurona realiza con  esfuerzo y arrojo y que  quiero enfatizar.
Como cada semana, viajo a la página donde Monelle ha dejado incrustadas las palabras para el juego, las traslado a mi hoja en blanco de Word y tras  almacenarlas y grabarlas en mi cerebro comienzo la aventura.
Mi neurona emprende ávida  por vericuetos a veces insospechados un viaje   a la búsqueda de vocablos para su creación. Si bien son muchos y diversos,  tres son los principales caminos que recorre, cada uno con su idiosincrasia y  color pertinente, verde sentimiento, azul armonía y blanco pureza. Tras acarrear unas cuantas palabras las mezcla en una  coctelera translúcida  con el dibujo  de un clavel rojo como signo de diseño y modernidad,  la agita y una a una brotan las frases de la fábula como crisálidas en una noche de verano.

 En ocasiones aparecen términos enrevesados y  difíciles de insertar,  entonces,  haciendo gala de la astucia y el diccionario   (un tandem natural) agudiza el ingenio y las incrusta  de  modo ocurrente y sugestivo.

Verla afanada es todo un reto, compite frente a equipos de neuronas, más ágiles, más preparadas, más veloces... aun así no desiste y lucha con la esperanza de narrar algo interesante.  

No es una neurona cualquiera, ni siquiera es  inteligente, es una simple neurona amante del reto, donde goza en cada frase que compone,  amiga de todas las demás  neuronas que componen esta cándida estirpe y que se pinza con  asiduidad.


jueves, 15 de septiembre de 2011

La esquiva

La espera de tu ausencia se hace eterna,

divago perdido sin apenas conocer,
despertar la llama que te haga entender,
que soy cliente bebedor de tu taberna.

Tu frescura y desparpajo me consterna,
mas medito sin acierto a comprender,
de la esquiva hacia mí de tu querer
por ser tú de la burla una moderna.

Si el sol y las estrellas no alumbrasen,
si la tierra de furor estremeciera,
los pájaros del campo, su canto cesasen.

Aun haría que mi amor por ti creciera,
pidiendo que jamás me separasen,
de mi musa más celeste y compañera.





domingo, 11 de septiembre de 2011

Me despierto


Me despierto vacío e indolente
bajo el árbol que abrigó suspiros,
y descubro que bajo su sombra
se refugian tu magia y mi hechizo.

Y mis ojos colmados de noche
se despejan para ver camino.
Por él anda el verso, la canción, la luna,
se acunan dos almas, y a lo lejos…se oyen trinos.



martes, 6 de septiembre de 2011

LA ODISEA DE VITETE


Vitete, tosco, con fama de bruto y de pocos amigos, pensó que era el momento de enseñar a su hijo los avatares del campo.
Su hijo Pedro contaba nueve primaveras, precisamente el mismo día de su cumpleaños acompañó a su padre a un paraje conocido como La Universidad, llamado así porque en esa zona  enigmática siempre se aprendía algo.
Con las últimas luces de las estrellas,  emparejó su yunta de mulas y sobre el yugo cargó el arado, una operación que realizaba diariamente  con maestría.
Llegaron entre luces justo cuando el día desplaza a la noche a su descanso y, cientos de animales reanudan la tarea diaria de subsistencia.
Él, un hombre arraigado a la tierra desde que tenía uso de razón, quería que sus hijos tuviesen una vida más interesante, por eso insistía en enseñar a sus hijos la dureza del campo, para que se buscasen las habichuelas por otros derroteros.
Dejaron el ato a la sombra de una encina pomposa, las alforjas, un capazo de paja y cebada para las mulas, una manta que utilizaba como almohada cuando descansaba, y un cántaro de arcilla lleno de agua.
Después de colocar el arado y explicar a Pedro paso a paso su proceso, inicio a arar sobre el barbecho.
El chico realizaba el recorrido junto a su padre, la edad y la falta de hábito consiguieron que el cansancio, apareciese en  su menudo cuerpo.
Con apatía  le dijo a su padre que tenía sed y que estaba cansado.
Vitete indicó  a Pedro que se fuese a descansar y a beber agua.
Se presentó junto a su padre como alma que se la lleva el diablo, con los ojos desorbitados y  cara de asombro.

Su padre al verlo preguntó.
-          ¿Hijo, has visto un fantasma?
     -    ¡Padre! dentro del cántaro hay un hombre.

Ante la insistencia de su hijo, y viendo que no había manera posible de convencerlo, intento fingir naturalidad y aceptó acompañar a su hijo hasta el cántaro.
Tomó el cántaro, el sol se situaba a su espalda a la altura justa para introducirse por la boca del cántaro y, reflejar como un espejo el rostro turbio de Vitete.

Él, sorprendido y atemorizado soltó el cántaro y le pregunto a su hijo excitado.
- ¿Hijo, quien tú has visto llevaba boina?
- No, respondió el chico asustado.
- Entonces,  dentro del cántaro no hay solamente uno, sino dos.



domingo, 28 de agosto de 2011

Hoy salí temprano


Hoy salí temprano y coseché sonrisas
de blanco nácar,  de luz, de amor, de amigo…
Hice con ellas haces de esperanzas
y las llevé al desván de sueños peregrinos.

Allí aguardan que el tiempo y el barbecho,
que el sol,  la luna, las ganas y el sentido,
les puedan otorgar la magia que precisan,
Y queden resembradas, en labios conmovidos.

Hoy partí sin rumbo buscando la mañana,
y encontré dos manos, viajando en mis bolsillos.
Metí  mis dedos repletos  de caricias,
buscando se mezclasen, los suyos con los míos.

Allí exploraron, palparon, fueron lluvia.
Sintieron el calor, quedaron aturdidos.
Y de esa forma tan noble y atrayente,
se hicieron eco, formaron un camino.

miércoles, 24 de agosto de 2011

Ahora estoy frente al circo


Ahora estoy frente al circo de tus ojos,
frente a esos labios que  mi boca inflama,
frente a ese eterno despertar seguro
al que tanto quiero y mi dicha guarda.

Si advirtieras celeste lo que en mí provocas…
alegría  en  vida, remolino en alma,
dulzura en la noche… y  tu acento abraza
a mis ojos dormidos, sobre el puente del alba.


 Hay un resplandor 

Hay un resplandor que está conmigo
que ilumina sin cesar en mi alborada.
Hay un resplandor ceñido a mi cintura
que complace de luz, mi noche amarga.

Si la luna no se asoma, y está oscuro,
presurosa acude,  y su mano alarga.
Y apacigua con caricias mis temores
y me duermo,  esperando otro mañana.

viernes, 19 de agosto de 2011

UNA CITA DE CINE


Fue en un partido de rugby de la universidad cuando recalé por primera vez en Luís. En un lance del partido uno de sus adversarios se aferró con tal fuerza a su camiseta, que ésta se abrió dejando su pecho al descubierto, mis ojos se prendaron de  aquel torso semi-desnudo, y una aguda punzada invadió mi estómago. Mi interior se revolucionó y una nueva ilusión brotó cálida como un ardiente geiser en mi pecho.
Desde ese momento le busqué por todas partes intentando que se fijase en mí, tuve que sacar las mejores prendas de mi armario para llamar su atención. Irremediablemente en menos de una semana conseguí el objetivo.
Una tarde mientras trajinaba con unas amigas los apuntes de la clase en el césped que rodea el recinto universitario, se presentó frente a mí, pidiéndome  acompañarle al cine el próximo sábado. Un si tartamudeado fue mi respuesta y, una sonrisa con aires pícaros escapó por la comisura de su boca, posiblemente por el brillo de mis ojos que delataban la alegría de esa cita.
Llegó el sábado, con él la esperanza de una tarde de ensueño, cinco minutos antes de lo pactado ya merodeaba por los aledaños de mi casa como un león enjaulado, aunque estaba lista, preferí hacerle esperar cinco minutos.
Por primera vez salía de mi casa respaldada por un hombre que no fuese mi padre.
Entramos al cine, compró dos refrescos y un enorme cucurucho de palomitas de maíz para compartir. Buscó un lugar recóndito donde pudiésemos pasar desapercibidos. Las luces de la sala se apagaron de golpe y, con la misma fuerza que desapareció la luz surgió mi nerviosismo, dando paso a una penumbra que invadió aquel espacio y parte de mi alma. Su mano se deslizó por detrás de mi cabeza, sentí el calor de sus dedos en mi hombro, me quedé inmóvil sin reacción y permanecimos así unos segundos. De pronto, me giré y  encontré sus  ojos clavados en los míos, se aproximó y posó sus labios en mi boca ansiosa mientras cientos  de sensaciones bullían por mi cuerpo acelerado. Simultáneamente, la otra mano de Luís se posaba en mi rodilla y comenzaba un impetuoso ascenso.
Mis manos azoradas corrieron ávidas y sujetaron con frenesí aquella mano que intentaba explorar mi cuerpo.
Luís  cejó en su empeño y entrelazó sus dedos con los míos permaneciendo así hasta el final de la película.
        







jueves, 4 de agosto de 2011

Cómo te explico



Cómo te explico que no hay estaciones
que marquen el ciclo en  mi  vida.
Que todo son noches oscuras
siniestras, funestas, sin sol,
cuando tú, no estás presente.
Cómo te explico que soy marinero sin barco
esperando en un puerto sin agua
al barco que venga del mar,
hacia tu playa desierta de arena.
Hoy me he vestido de alientos,
susurros vacíos sin eco,
en mi alma no llueve, ya no hay rocío
que humedezca el jardín de mi pecho.


martes, 26 de julio de 2011

Cien palabras y un estado de ánimo

Agreste senda que el hechizo atiende,
que sol de lunas en su campo vuela.
Que son razones, las que nos entienden
y los sinsabores quienes nos atormentan.
Si vestido vienes, de carbón y brea
y en tus aledaños del alma, la canción no suena,
no busques consuelo debajo de la parra,
que el aire de otoño alejó su sombra,
la dejó desnuda, solitaria y muerta.
Mírame en mi pecho que una llama prende,
del fuego olvidado, del amor sincero.
Arrójale el odre de aceite y ensueño,
que avive la hoguera de los sentimientos
y queme la madera de las penas.






sábado, 23 de julio de 2011

DOMA EN EL ALBAICIN

Un crepito de cascos de caballos por las empedradas calles del barrio se hacían eco. Salí a la ventana y contemplé un numeroso grupo de jinetes que ataviados con traje de gala, iban custodiando a una guapa amazona que montaba un caballo alazán, tras ellos  un joven  potro  salvaje.

Al llegar a la plaza le soltaron, cerraron la entrada  y allí quedó el potro a la espera de “Yusuf” hermano del rey Boadil, un consagrado jinete del que contaban era tan buen jinete como amante.

Un menudo hombre que no aparentaba ser tan genial como la gente describía, y resultaba fácil disociarlo de esa áurea que se rumoreaba poseía.

Bajé a la plaza del Albaicín en la que una multitud de gente se agolpaba intentando tomar buena posición para el espectáculo.

Esa preciosa mujer era la princesa del reino de Córdoba, su padre, el rey de esa ciudad, tuvo una crisis con Boadil  que terminó  en un pacto, si domaba al potro en una única sesión, le cedería a su hija como esposa, de no conseguirlo le tendría que ceder el territorio en disputa.

Boadil aceptó con la condición que fuese su hermano el que sometiese al corcel.

Yusuf se dirigió con decisión hacia el animal, este relinchó con furia y corrió en dirección contraria, él continuó caminando directo al caballo que, no pudiendo abandonar el recinto, se refugió en un rincón de la plaza. Tomó la rienda con fuerza, un aire de incertidumbre recorría aquel lugar. El potro comenzó a dar círculos en derredor del jinete mostrando sus cascos en tono desafiante pero él ni se inmutó. Ante esa demostración de fuerza y con la agilidad de un felino se abalanzó sobre la crin del corcel, levantó una de sus piernas y en un visto y no visto se colocó a horcajadas a lomos del caballo.

El rocín comenzó un rápido galopar y saltos confusos en un intento  de arrojar al jinete al suelo, Yusuf se prendió de tal forma al animal que parecían un mismo cuerpo, el potro agotado y sudoroso cedió en su empeño.

Unas minúsculas moléculas de polvo quedaron suspendidas en el aire, que atravesadas por los rayos del sol producían un efecto visual extraordinario y mágico.

El paisaje de la melancolía radiaba en las caras de los jinetes que acompañaban a la princesa, a su regreso tendrían que darle la noticia al rey.

-      ¡Señor! Yusuf, nos ha vencido.

miércoles, 20 de julio de 2011

Para contar que el tiempo nos apresa


Para contar que el tiempo nos apresa
  y nos sorprende a oscuras
haciendo revivir fantasías  compartidas.
Para soñar  sin temor a fracasar
 viviendo en los jardines donde habita el duende.
Para decir que hay un manantial
 brotando al norte de tus ojos,
que son la fuente de mi magia.
Para que siempre haya luz y asombro
 en el paisaje de tu alma,
que ilumine mi rostro
 y llene de policromía mis recovecos tristes.
Para gritar tu nombre  en soledad
y  pueda comprender siempre
 el leguaje eremita de tus sueños calmos.
Para que el dolor de tu ausencia momentánea
 sirva para ahuyentar los desatinos.
Para hallar sobre la palma de tu mano
 la infancia acurrucada.
Para expandir en ti el deseo
 cuando acude al inicio de la tarde.
Para que al abrir la ventana de los días,
 descubra que aún hay caminos
 que no hemos transitado.
Y, quizás, cuando entiendas que mi vida
 es un satélite que gira en derredor de tu armonía,
 podrás llevar en tus bolsillos
 amapolas despiertas de invierno.
Ahora me quedo en la linde de tu mundo,
 esperando ver cantar a la mañana,
 bebiendo el tiempo a sorbos,
 mientras alguien pinta las calles de verano.



jueves, 14 de julio de 2011

Provocas tempestades

..Y provocas tempestades en mis mares
con la furia enardecida del Dios viento.
Me pregunto, si es que el agua que se agita
volvería a serenarse sin tu aliento.

Tornará otra vez la calma a ser la dueña
de mis tardes en la playa de otros sueños
y abatido por fracciones de  nostalgia
me derrame, en esa orilla, hecha silencio.

Voy descalzo por la arena de tu playa,
de tu mar,  cual marinero, yo pretendo,
ir bogando y bajo el manto de la luna
aferrarme en el  abrazo de tu anhelo.

Y así, una y otra vez, esta locura
me enmarañe en remolinos del deseo
para verme convertido en piel de noche
que custodie los secretos de tu cuerpo.



lunes, 11 de julio de 2011

¿Me acompañáis a por agua a los caños?


   Tengo que hacer algo que logre extrapolar mi congoja a un lugar lejano y arrinconar el hastío que me abate. Así que atisbo en la profundidad del océano buscando el hechizo que me ilumine para escribir algo ameno en el libro de fiestas.
   Escudriño en el baúl de las imágenes inquietas repletas de ilusión y, con la magia del verbo que describe vivencias incompletas, atuso mi greñudo y alborotado  pelo  y  me entrego con entusiasmo a tal fin.
   Pretendo conseguir que mi pensamiento enrevesado plasme en mi cuaderno en esta noche tibia un pequeño texto. En él me pregunto, cómo reflejar en unos párrafos los diferentes  matices que existieron para llevar el agua a los hogares desde los caños hace unos años.
   Para muchos de los que se atrevan a leer este relato, estoy convencido de que se visionarán cientos de retales bonitos, anécdotas inolvidables, recuerdos de una juventud alucinante o de una adolescencia inquieta en ese transitar hacia la fuente. Otros, es posible que ya no se acuerden con exactitud, porque la bruma del tiempo ha emborronado ese recuerdo.

   A los más jóvenes me gustaría explicarles que abrir un grifo y ver salir agua potable no siempre ha sido así de sencillo…  Hace tan sólo unas décadas era una utopía, un acto diario que era prioritario a todo lo demás, el agua es siempre un bien imprescindible. Por eso agradezco  aquel puzzle de personas que pusieron su empeño en tan ardua hazaña, significó dedicar gran parte de su tiempo y de su dinero en conseguir ese fin.
   Mi recuerdo se mantiene fresco en el desván de mi memoria y me llega como una cálida brisa primaveral, se va dibujando poco a poco en mi mente aquel esfuerzo de cada uno de nosotros, los que forjábamos cada día el mismo camino hasta los caños, canturreando a veces y otras contando chismes del pueblo, lo que hacía más corto el viaje. Mucha suerte teníamos, ya que contábamos con la seguridad de que, al llegar, veríamos el agua brotar de aquel grifo milagroso que nos daba la vida cada día. Afortunados nosotros, que a pesar del recorrido obteníamos aquello que precisábamos.

   A pesar del esfuerzo y la carestía, cuando vuelvo la vista atrás y recupero aquellos momentos, no hay duda de que la balanza se inclina decididamente hacia el brazo donde se encuentra la satisfacción de haberlo vivido; las penas fueron pocas comparadas con el orgullo de saberme útil. Lo que perdí no es comparable a lo que gané con esta experiencia, quizás sea ésa la causa de que me encuentre en esta cruzada ahora mismo, y también es cierto que aprendí a darle más valor a las cosas de los mayores.

  Nadie escapó de la garras de cántaros de arcilla roja y de los botijos templados con el barro de los soles, aquellos recipientes trabajados por expertas manos artesanas, conocedoras del valor del agua y destinados a tan crucial aventura.
   Por eso, ser uno de los aguadores del pueblo, nos llenaba de orgullo y un halo de privilegio nos acompañaba en el trayecto, además de sabernos necesarios, por no decir imprescindibles, en la vida de todos los vecinos.
   Y al llegar a los caños disfrutábamos del frescor del agua derramándose sobre nuestras vasijas y rebotando en las manos, todo un bien de vida. Bajo las alas de los árboles  tupidos, ubicados junto a la fuente donde llenábamos todo tipo de recipientes para luego, en el retorno, reposar nuestro esfuerzo en las piedras que un Dios hospitalario había enclavado justo a la mitad de una agónica cuesta.

    También siento añoranza hacia aquellos animales, burros sobre todo, provistos de “aguaeras”  que aderezaban el paisaje con su figura quijotesca, paliando el esfuerzo de sus dueños;  eso sí, era necesario tener mucha precaución por si algún plástico o el ladrido de un perro  se cruzaba en el camino y les provocaba espanto, ellos levantaban sus patas con nerviosismo y zarandeaban la cabeza como si hubieran perdido la cordura. En muchas ocasiones se perdió la carga por esa causa.  
   Recuerdo aquel camino repleto de peregrinos de agua… Unos con carretillas, otros con bicicletas, intercalándose entre aquellos que por su juventud o simplemente por carecer de otros medios transportábamos el agua con nuestros brazos.

  El crisol de gentes realizando esa tarea era dispar, nadie absolutamente nadie estaba libre de efectuar esa labor en algún momento del día, de la semana, del mes o de su vida. Por ello cuando partías hacia la fuente, era muy extraño no encontrar a nadie en el recorrido, los había que les gustaba madrugar y con las primeras luces del alba, antes de que el astro rey apareciese por el horizonte,  cargaban ya sus vasijas y partían hacia allí. Otros preferían a media mañana, otros a la caída de la tarde, porque a cualquier hora con un mínimo de luz la caseta permanecía abierta. Allí inmóvil estaba el guardián de turno, y varios fueron los  encargados de tan encomiable misión, que a base de perras gordas y monedas de dos reales de la época, nutrían la lata redonda de las sardinas arenques para subsistir, ellos eran los responsables de mantener el orden y velar de que todo estuviese apunto.

  Es posible que todo esto os suene a muchos como si os hablasen de galaxias y lunas, de agujeros negros incomprensibles, como quien habla de un tiempo esquivo y distante, por ello me gustaría exprimirme a tope hasta lograr una sencilla comprensión.  Llevaré a mis sufrientes neuronas hacia un precipicio, un pacto con tintes especiales porque deseo que cada detalle expuesto sea una alegoría repleta de símbolos, y estoy convencido de que entre aquellos memorables paseos surgió algún romance, cuando el ver a nuestra chica o chico capaz de quitarnos el sueño en esas mañanas frescas de verano, suponía  cosechar energía y vitalidad para afrontar el día con ilusión.

 Termino con esta frase propia  “La nostalgia es un sentimiento que madura en el odre de la vida”. Así quisiera que floreciese en vuestros corazones esta sencilla historia, regada con el agua que tanto sudor y tantas alegrías nos brindó en aquel entonces.




lunes, 4 de julio de 2011

Una explosión de deseo


Una explosión acorde de deseo
yace oculta cuan volcán adormecido,
esperando que llegue el terremoto
y emerja la lava en un latido.

Que descubra bajo el manto del deseo
cabalgando sin mesura mi sentido,
divulgue con el eco de tu aliento,
que hoy tú eres mi guerrero consentido.

No hay espacio vacío  entre mis dedos,
no hay aroma que no esté a mi piel prendido.
No hay color que adorne la guirnalda
como el brillo de tu oasis  cristalino.

Tus manos son diez rosas

Tus manos son  diez rosas que castigan
mi piel ensangrentada de deseo,
buscando en cada pétalo el aroma
que aturda mi salvaje entendimiento.

Tus manos son dos rocas que se elevan
del plano de tu cuerpo sosegado
y acechan en el negro de mis noches
voraces como lobos desbocados.

Tus manos son cristales que desprenden
reflejos de un amor desesperado
y dejan que su huella se haga eco
en el frío calendario de mi abrazo.

sábado, 2 de julio de 2011

A VECES ME PREGUNTO

A veces me pregunto cuantas veces me he enamorado, y sin descifrar a saber cuantas han sido, si puedo aseverar que en algunas de las veces que me ha sucedido, he sufrido. Y eso me acaece con cierta  frecuencia, me refiero a sufrir, porque en esta vida en la cual somos habitantes de alquiler, la sombra de la desdicha otea sobre nuestra felicidad cual buitre en busca de  carroña.
 Sería distinto si sólo me prendase de un sabor, del mar, de una colina, del tacto de una piel, de una puesta de sol, del silencio… pero no, no es solamente quedarse enamorado de cosas materiales  desconcertantes en un momento sosegado, en ocasiones me quedo embelesado también de personas, y sueño que comparto instantes memorables, y construyo fantasías apasionantes, por eso sin ningún apelativo, enamorarse de algo o de alguien produce una sucesión de efectos incomparables. Hay quien dice que se le encoge el estomago y pierde el apetito, otros que no concilian el sueño y pasan horas y horas en desvelo. De uno u otro modo es innegable que el proceder rutinario se altera, y acontecen sensaciones dispares rayando incluso a la lokura, no una locura corriente, sino una lokura con “k”.
  Luego, si por algún motivo de quien estás enamorado no te corresponde  llega la tristeza y la apatía.  Me he planteado no volver a enamorarme, de este modo no padeceré, y todo será más sencillo. Esta mañana de verano, he colgado sobre el andén de  mi corazón un cartel en el que dice:”prohibido enamorase” de no hacer caso a este anuncio será sancionado con seis meses  de congoja, donde  quedarán unas secuelas irreparables. Iré despacio recogiendo elementos disuasorios para evitar que nadie me turbe, ni en las mañanas soleadas, ni en las tardes grises, ni en las noches de luna llena. Hoy solamente el ángel que custodia mi vereda, sabe de mi dicha y de la singularidad de mi verso, miro al norte de unos ojos siempre atentos, aviento esperanzas, cosecho caricias, acarreo ilusiones y busco deseos por si en algún momento de la vida preciso emplearlos. Y es tras escribir estas letras donde recuerdo con cariño pasajes, momentos, vivencias, retales, pedazos, experiencias y periplos de ese maravilloso y mágico estado.











jueves, 30 de junio de 2011

Tus brazos son el lazo


Tus brazos son el lazo que me aferra,
tu cuello es talismán en mi mirada,
tus manos son corceles  que recorren
mi valle de suspiros  y cascadas.

Tu ombligo es el oasis de mis besos,
tus pechos las ventanas de un mañana,
tus piernas son esfinges que custodian
la entrada al infinito de tu alambra.


 Tus manos se mecen

Tus manos se mecen al desdén de mi aventura
y vuelven con el ansia entre los dedos
al lecho que nos hace primitivos
quemando los deseos ante el fuego.

Tus manos son refugio de pesares
que alivian a mi piel de su agonía
robando  los gemidos de mi pecho
e instaurando una dulce sinfonía.


miércoles, 29 de junio de 2011

VÍCTOR, SU TÍA, BOBY Y EL RUISEÑOR

Víctor ha cumplido ya diez años, vive con su tía única pariente, en una pequeña casa de un pueblo casi perdido. Ella, su tía, es de carácter áspero y huraño (debió nacer así y ni siquiera Dios pudo cambiarle su perfil tosco). 
El chico en cambio, es un niño  alegre, vivaracho y divertido, demasiado delgado pero con una fortaleza envidiable para su edad. Tiene una mirada dulce y limpia que impregna todo cuanto sus negros ojos vislumbran. Él vive en una pequeña burbuja, un paraíso donde  Boby, un perro callejero sin raza definida, inteligente y mimoso, es su más fiel amigo.
Hay días en que, sin saber  porqué, el manómetro de nuestro  subconsciente nos indica que algo va a suceder. Entonces, el tiempo propulsor de causa-efecto da un giro de ciento ochenta grados y todo se revierte de tonos y colores diferentes.
Esa mañana de verano el pequeño tomó su carcaj, llamó a su fiel Boby y se dispuso con sus minúsculas flechas impregnadas de una pasta pegajosa apresar un ruiseñor, con la esperanza de que la armonía de su canto  cambiara el humor de su tía.
Víctor tiene un don especial para alejar los nubarrones y las sombras que en ocasiones envuelven a su querida tía, porque a pesar de su temperamento, él, ama a su tía.
Llegó al lugar indicado en el cual un madrigal compuesto por diferentes cánticos proporcionaban armonía al entorno. Boby con su quietud y su cola en posición de rictus, indicaba la dirección donde un ruiseñor se afanaba en su canto. Tomó una de sus flechas, la colocó sobre su pequeño arco y apuntó con precisión.
La flecha despuntada, silbó en su trayectoria y al pasar frente al  pecho del ruiseñor le arrastró hacia un matorral abrupto, el ruiseñor quedó atrapado entre los espinos. Boby en un alarde más de generosidad, se adentró en el difícil arbusto hasta rescatar con su boca al pequeño ruiseñor.
En principio, Víctor creyó que Boby se lo había comido y le increpó por su acción, pero cuando abrió la boca y le encontró vivito y con la mirada perdida, cambio su actitud y se abrazó a él.
Ese día y el resto de los días venideros fueron mucho más radiantes, el ruiseñor logró volatilizar con su trino  el carácter de su tía, tal y como el pequeño Víctor había imaginado.




jueves, 23 de junio de 2011

Cómo te explico


Cómo te explico que no hay estaciones
que marquen el ciclo en  mi  vida.
Que todo son noches oscuras
siniestras, funestas, sin sol,
cuando tú, no estás presente.
Cómo te explico que soy marinero sin barco
esperando en un puerto sin agua
al barco que venga del mar,
hacia tu playa desierta de arena.
Hoy me he vestido de alientos,
susurros vacíos sin eco,
en mi alma no llueve, ya no hay rocío
que humedezca el jardín de mi pecho.

lunes, 20 de junio de 2011

Tendrá la tarde una esquina

Tendrá la tarde una esquina
que me quiera cobijar
con el manto de unas ganas
que acerquen felicidad.
Tendrá la tarde un castigo
que a mí me mande olvidar,
la liturgia de sus besos
el placer de sus caricias
y hasta su forma de amar.
Tendrá la tarde un presente
que no quiera custodiar.
Envuelto vino en la niebla
la apatía y la frialdad.
Se ha marchado la alegría
de mi salón al desván.
Hoy solo en la tarde quedo
sin objeto que mirar
sin camino que me alegre
sin barco, rumbo, sin mar.
Sin el brillo de sus ojos
sedientos mis labios van
hacia el norte de unas manos
que me logren mitigar.

miércoles, 15 de junio de 2011

MELANIA, LA RECOLECTORA DE LÁGRIMAS

   Para contar cuentos o historias hace falta poder transportarse a ese mundo fantástico de la magia, ese mundo donde habitan seres extraordinarios que sólo tienen cabida en nuestra imaginación.
   Es por eso que ahora mismo os voy a pedir que olvidéis el mundo donde vivimos, lleno de realidades, repleto de libros y libretas de clase y tal vez de exámenes finales… Vamos a transportarnos al mundo mágico de las hadas, los duendes y los elfos, pero para ello hace falta que os concentréis, que creáis en ellos por unos momentos y que os dejéis llevar por la magia de esta historia fantástica que os va a llenar de emoción.

   Allá en el país de las maravillas, al otro lado del mundo real, habitaba un ser muy especial: la recolectora de lágrimas. Un hada dulce y tierna, llena de ilusión y esperanza, que cada noche cumplía su objetivo.

¿Sabéis cual era su objetivo?  Tal vez os lo podéis imaginar porqué su nombre os da una pista … Pues ella, la recolectora de lágrimas, cada noche hacía su ronda por los cielos de los pueblos, de las ciudades y sus barrios, para recolectar las lágrimas de los niños que lloraban por la noche.

¿Alguna vez habéis llorado de noche? ¿No os habéis dado cuenta de que cuando os frotabais los ojos se os empañaban? Pues eso era que allí, junto a vosotros, se presentaba el espíritu de la recolectora de lágrimas para recoger las vuestras, aquel vaho borroso que os empañaba los ojos, no era otra cosa que la presencia de Melania que os había oído y os envolvía en su nube de fantasía…

Cada noche Melania salía desde la torre de su palacio, deslizándose suavemente entre las estrellas, en dirección allá donde su aguzado oído la conducía. Pero no iba sola… la arropaban pequeñas partículas brillantes que se situaban a su alrededor para protegerla.

¿Protegerla de qué? - os preguntaréis.
Queridos niños… no sabéis los peligros que esconde la noche por aquellos parajes. De noche todo está oscuro y no se pueden ver las cejas fruncidas de las nubes tormentosas a punto de descargar su lluvia. Es por eso que esas minúsculas partículas que acompañan a Melania se colocan cada noche junto a ella, para evitar que una tormenta de lluvia y viento la desvíe de su camino, ellas le sirven de impermeable protector para que cada noche pueda cumplir su objetivo.

   Atado a su cintura con un cordón dorado en forma de cinturón, lleva un frasquito de grueso cristal que va llenando cada noche con las lágrimas de los niños que logra recolectar, y cuando vuelve de regreso a su morada, lo vierte en otro frasco más grande hasta que lo tiene completamente lleno.
   Y entonces… entonces es cuando más felicidad le da su trabajo nocturno, porqué esas lágrimas recogidas con tanto amor las lleva a un lugar especial… muy especial…



   Aquella noche de invierno, después de dar unas cuantas vueltas sobre la ciudad, sintió una extraña sensación… no era una noche como las demás y nadie como ella reconocía una situación especial…
   Se detuvo un momento en la oscuridad de la noche, su cuerpecito flotaba en el firmamento y lucía con una aureola brillante, aguzó su oído inclinando la cabeza en la dirección contraria del viento y se concentró. Entrecerró los ojos, arrugó su frente y puso sus manos en los oídos para poder captar el mínimo ruido que delatara el lloro de un niño.
   Sí… ya lo tenía localizado…se oía a las afueras de la ciudad, pero estaba muy lejos…en un pueblecito del interior, por eso se oía tan flojito.
   Aquellos finísimos sollozos que se escapaban de la garganta de un niño habían podido ser captados a la perfección por la experta Melania y hacia allí se dirigió.

   Llegó hasta un viejo caserón de altos muros y ventanas pequeñas, a través de una de ellas pudo atisbar una tenue lucecita. Se detuvo de nuevo justo frente a la ventana y observó… estudió la situación…
   Nunca tuvo dificultad para entrar en las habitaciones de los niños, su magia la acompañaba por doquier. A veces, sobretodo en verano, se encontraba las ventanas abiertas o entornadas, pero en invierno todas estaban cerradas para proteger el calor de la familia. Entonces usaba su magia y su cuerpecito se vaporizaba, se convertía rápidamente en una leve bruma grisácea invisible para los ojos humanos y se filtraba por cualquier rendija, incluso por el hueco de la cerradura de la ventana.

   Lo que vio en aquella habitación le llenó de emoción.
Una niña de unos cuatro años estaba llorando desconsolada. Su madre la tenía sentada sobre sus rodillas y procuraba calmarla:

- Mami - decía la niña entre sollozos abrazada a su madre - quiero ir con mi abuelita.
- No llores, mi niña. La abuelita no está con nosotros, pero ayer fuimos a verla y sabes que estaba bien. Has tenido una pesadilla porqué la quieres mucho y la echas de menos. Aquí ya no podíamos cuidar de ella… Volveremos a verla la próxima semana. Anda, duérmete, que seguramente ella estará pensando también en ti.
  
   La mujer arropó con cariño a su hija y la besó dulcemente en la frente, apartando un mechón de pelo empapado de lágrimas. Salió de la habitación y le dejó un pequeño piloto de luz en la cabecera de la cama para que se tranquilizara y cogiera de nuevo el sueño.
   Pero la niña no se consolaba y Melania se decidió. Se coló por una grieta de la ventana y, atravesando la semioscuridad de la habitación, en un instante se plantó junto a la niña, que seguía sollozando entre las sábanas. Sacó su frasquito y empezó a recolectar aquellas lágrimas de amor que desbordaban en los ojos de la chiquitina. Tanto lloró la niña antes de dormirse, que el frasquito acabó por llenarse y así, Melania dio por finalizado su trabajo de aquella noche.


   Cuando ya en su palacio, se dispuso a vaciar el frasquito dentro del otro mayor, vio con gran alegría que aquellas últimas lágrimas de la niña habían dejado ya el frasco repleto, por lo tanto, había llegado el momento de llevarlas a aquel lugar especial, donde tanto bien hacían.
   No esperó la noche siguiente y se dispuso de nuevo a alzar el vuelo hacia aquel lugar.

 ¿Sabéis dónde iba Melania?

   Pues a uno de esos lugares donde se cuidan a nuestros seres mayores tan queridos, a la Residencia de Ancianos. Allí era donde la recolectora derramada todo su frasco de lágrimas, cada recipiente iba destinado a una Residencia distinta y aquella noche, por arte de magia, le tocaba allí, el mismo lugar donde la abuelita de la niña estaba ingresada.
   La recolectora de lágrimas adoraba su trabajo. Se le ensanchaba el corazón a medida que se iba acercando a la Residencia porqué sabía el bien que hacían aquellas lágrimas de los niños a todos aquellos ancianos que se dormían en la soledad de su habitación. Melania entraba en todas y cada una de las salas y visitaba uno por uno a todos los ancianos. Sin que ellos se dieran cuenta, se situaba a su alrededor y les salpicaba con unas pocas  lágrimas. El efecto era instantáneo, aquellas pequeñas gotitas recolectadas con tanto cariño se convertían, por obra de magia, en salpicones de felicidad para aquellos queridos abuelos. A los pocos minutos, desaparecía la angustia en sus corazones, se sentían tranquilos y se quedaban plácidamente dormidos hasta el día siguiente, que sería un día especialmente feliz para ellos porqué se sentirían impregnados por el amor de aquellos niños que estaba concentrado en sus lágrimas.
   Pero al acercarse a la abuelita de la niña, Melania se sintió tocada por una sensibilidad especial… La anciana estaba tumbada en su cama de frías sábanas blancas con la mirada perdida en el techo… no podía conciliar el sueño pensando en su nietecita. El hada decidió que aquel era un momento especial, de alguna manera tenía que hacer llegar el amor de la niña hasta el corazón de la anciana…. Y fue entonces cuando, bajo la penumbra de aquella habitación, aquella bruma grisácea se fue condensando hasta que el cuerpecito de la niña apareció en la cabecera de la cama. Había adoptado el cuerpo de la nieta por unos instantes, para estar al lado de aquel ser tan querido.
   La viejecita no se dio cuenta hasta que notó que una mano diminuta se cogía a la suya y una cálida humedad le acariciaba la frente, los ojos, las mejillas… eran las lágrimas que se iban deslizando sobre su piel. Giró su cabeza sobre la almohada y sus ojos se abrieron como naranjas cuando vio a su querida niña a su lado.
   Sabía que aquella aparición no era real, que no podía ser, pero apretó suavemente la manita entre la suya y supuso que era un sueño, que se había quedado dormida con aquella honda pena en el alma y por eso ahora estaba soñando con la niña. Dio gracias a Dios por concederle aquel hermoso sueño y… se quedó plácidamente dormida mientras las manos del hada acariciaban su frente.
   Melania retornó a su palacio, esperando una nueva noche, más lágrimas de niños para recolectar y más emociones para repartir en las Residencias de Ancianos.

   Si os dais cuenta, nuestros mayores siempre nos dicen “Cuando nos hacemos mayores, nos volvemos como niños”. Pues ese es el objetivo principal de la recolectora de lágrimas… convertir corazones viejos en corazones nuevos…