Relatos, poemas, cartas...

"La nostalgia es un sentimiento que madura en el odre de la vida".

martes, 26 de julio de 2011

Cien palabras y un estado de ánimo

Agreste senda que el hechizo atiende,
que sol de lunas en su campo vuela.
Que son razones, las que nos entienden
y los sinsabores quienes nos atormentan.
Si vestido vienes, de carbón y brea
y en tus aledaños del alma, la canción no suena,
no busques consuelo debajo de la parra,
que el aire de otoño alejó su sombra,
la dejó desnuda, solitaria y muerta.
Mírame en mi pecho que una llama prende,
del fuego olvidado, del amor sincero.
Arrójale el odre de aceite y ensueño,
que avive la hoguera de los sentimientos
y queme la madera de las penas.






sábado, 23 de julio de 2011

DOMA EN EL ALBAICIN

Un crepito de cascos de caballos por las empedradas calles del barrio se hacían eco. Salí a la ventana y contemplé un numeroso grupo de jinetes que ataviados con traje de gala, iban custodiando a una guapa amazona que montaba un caballo alazán, tras ellos  un joven  potro  salvaje.

Al llegar a la plaza le soltaron, cerraron la entrada  y allí quedó el potro a la espera de “Yusuf” hermano del rey Boadil, un consagrado jinete del que contaban era tan buen jinete como amante.

Un menudo hombre que no aparentaba ser tan genial como la gente describía, y resultaba fácil disociarlo de esa áurea que se rumoreaba poseía.

Bajé a la plaza del Albaicín en la que una multitud de gente se agolpaba intentando tomar buena posición para el espectáculo.

Esa preciosa mujer era la princesa del reino de Córdoba, su padre, el rey de esa ciudad, tuvo una crisis con Boadil  que terminó  en un pacto, si domaba al potro en una única sesión, le cedería a su hija como esposa, de no conseguirlo le tendría que ceder el territorio en disputa.

Boadil aceptó con la condición que fuese su hermano el que sometiese al corcel.

Yusuf se dirigió con decisión hacia el animal, este relinchó con furia y corrió en dirección contraria, él continuó caminando directo al caballo que, no pudiendo abandonar el recinto, se refugió en un rincón de la plaza. Tomó la rienda con fuerza, un aire de incertidumbre recorría aquel lugar. El potro comenzó a dar círculos en derredor del jinete mostrando sus cascos en tono desafiante pero él ni se inmutó. Ante esa demostración de fuerza y con la agilidad de un felino se abalanzó sobre la crin del corcel, levantó una de sus piernas y en un visto y no visto se colocó a horcajadas a lomos del caballo.

El rocín comenzó un rápido galopar y saltos confusos en un intento  de arrojar al jinete al suelo, Yusuf se prendió de tal forma al animal que parecían un mismo cuerpo, el potro agotado y sudoroso cedió en su empeño.

Unas minúsculas moléculas de polvo quedaron suspendidas en el aire, que atravesadas por los rayos del sol producían un efecto visual extraordinario y mágico.

El paisaje de la melancolía radiaba en las caras de los jinetes que acompañaban a la princesa, a su regreso tendrían que darle la noticia al rey.

-      ¡Señor! Yusuf, nos ha vencido.

miércoles, 20 de julio de 2011

Para contar que el tiempo nos apresa


Para contar que el tiempo nos apresa
  y nos sorprende a oscuras
haciendo revivir fantasías  compartidas.
Para soñar  sin temor a fracasar
 viviendo en los jardines donde habita el duende.
Para decir que hay un manantial
 brotando al norte de tus ojos,
que son la fuente de mi magia.
Para que siempre haya luz y asombro
 en el paisaje de tu alma,
que ilumine mi rostro
 y llene de policromía mis recovecos tristes.
Para gritar tu nombre  en soledad
y  pueda comprender siempre
 el leguaje eremita de tus sueños calmos.
Para que el dolor de tu ausencia momentánea
 sirva para ahuyentar los desatinos.
Para hallar sobre la palma de tu mano
 la infancia acurrucada.
Para expandir en ti el deseo
 cuando acude al inicio de la tarde.
Para que al abrir la ventana de los días,
 descubra que aún hay caminos
 que no hemos transitado.
Y, quizás, cuando entiendas que mi vida
 es un satélite que gira en derredor de tu armonía,
 podrás llevar en tus bolsillos
 amapolas despiertas de invierno.
Ahora me quedo en la linde de tu mundo,
 esperando ver cantar a la mañana,
 bebiendo el tiempo a sorbos,
 mientras alguien pinta las calles de verano.



jueves, 14 de julio de 2011

Provocas tempestades

..Y provocas tempestades en mis mares
con la furia enardecida del Dios viento.
Me pregunto, si es que el agua que se agita
volvería a serenarse sin tu aliento.

Tornará otra vez la calma a ser la dueña
de mis tardes en la playa de otros sueños
y abatido por fracciones de  nostalgia
me derrame, en esa orilla, hecha silencio.

Voy descalzo por la arena de tu playa,
de tu mar,  cual marinero, yo pretendo,
ir bogando y bajo el manto de la luna
aferrarme en el  abrazo de tu anhelo.

Y así, una y otra vez, esta locura
me enmarañe en remolinos del deseo
para verme convertido en piel de noche
que custodie los secretos de tu cuerpo.



lunes, 11 de julio de 2011

¿Me acompañáis a por agua a los caños?


   Tengo que hacer algo que logre extrapolar mi congoja a un lugar lejano y arrinconar el hastío que me abate. Así que atisbo en la profundidad del océano buscando el hechizo que me ilumine para escribir algo ameno en el libro de fiestas.
   Escudriño en el baúl de las imágenes inquietas repletas de ilusión y, con la magia del verbo que describe vivencias incompletas, atuso mi greñudo y alborotado  pelo  y  me entrego con entusiasmo a tal fin.
   Pretendo conseguir que mi pensamiento enrevesado plasme en mi cuaderno en esta noche tibia un pequeño texto. En él me pregunto, cómo reflejar en unos párrafos los diferentes  matices que existieron para llevar el agua a los hogares desde los caños hace unos años.
   Para muchos de los que se atrevan a leer este relato, estoy convencido de que se visionarán cientos de retales bonitos, anécdotas inolvidables, recuerdos de una juventud alucinante o de una adolescencia inquieta en ese transitar hacia la fuente. Otros, es posible que ya no se acuerden con exactitud, porque la bruma del tiempo ha emborronado ese recuerdo.

   A los más jóvenes me gustaría explicarles que abrir un grifo y ver salir agua potable no siempre ha sido así de sencillo…  Hace tan sólo unas décadas era una utopía, un acto diario que era prioritario a todo lo demás, el agua es siempre un bien imprescindible. Por eso agradezco  aquel puzzle de personas que pusieron su empeño en tan ardua hazaña, significó dedicar gran parte de su tiempo y de su dinero en conseguir ese fin.
   Mi recuerdo se mantiene fresco en el desván de mi memoria y me llega como una cálida brisa primaveral, se va dibujando poco a poco en mi mente aquel esfuerzo de cada uno de nosotros, los que forjábamos cada día el mismo camino hasta los caños, canturreando a veces y otras contando chismes del pueblo, lo que hacía más corto el viaje. Mucha suerte teníamos, ya que contábamos con la seguridad de que, al llegar, veríamos el agua brotar de aquel grifo milagroso que nos daba la vida cada día. Afortunados nosotros, que a pesar del recorrido obteníamos aquello que precisábamos.

   A pesar del esfuerzo y la carestía, cuando vuelvo la vista atrás y recupero aquellos momentos, no hay duda de que la balanza se inclina decididamente hacia el brazo donde se encuentra la satisfacción de haberlo vivido; las penas fueron pocas comparadas con el orgullo de saberme útil. Lo que perdí no es comparable a lo que gané con esta experiencia, quizás sea ésa la causa de que me encuentre en esta cruzada ahora mismo, y también es cierto que aprendí a darle más valor a las cosas de los mayores.

  Nadie escapó de la garras de cántaros de arcilla roja y de los botijos templados con el barro de los soles, aquellos recipientes trabajados por expertas manos artesanas, conocedoras del valor del agua y destinados a tan crucial aventura.
   Por eso, ser uno de los aguadores del pueblo, nos llenaba de orgullo y un halo de privilegio nos acompañaba en el trayecto, además de sabernos necesarios, por no decir imprescindibles, en la vida de todos los vecinos.
   Y al llegar a los caños disfrutábamos del frescor del agua derramándose sobre nuestras vasijas y rebotando en las manos, todo un bien de vida. Bajo las alas de los árboles  tupidos, ubicados junto a la fuente donde llenábamos todo tipo de recipientes para luego, en el retorno, reposar nuestro esfuerzo en las piedras que un Dios hospitalario había enclavado justo a la mitad de una agónica cuesta.

    También siento añoranza hacia aquellos animales, burros sobre todo, provistos de “aguaeras”  que aderezaban el paisaje con su figura quijotesca, paliando el esfuerzo de sus dueños;  eso sí, era necesario tener mucha precaución por si algún plástico o el ladrido de un perro  se cruzaba en el camino y les provocaba espanto, ellos levantaban sus patas con nerviosismo y zarandeaban la cabeza como si hubieran perdido la cordura. En muchas ocasiones se perdió la carga por esa causa.  
   Recuerdo aquel camino repleto de peregrinos de agua… Unos con carretillas, otros con bicicletas, intercalándose entre aquellos que por su juventud o simplemente por carecer de otros medios transportábamos el agua con nuestros brazos.

  El crisol de gentes realizando esa tarea era dispar, nadie absolutamente nadie estaba libre de efectuar esa labor en algún momento del día, de la semana, del mes o de su vida. Por ello cuando partías hacia la fuente, era muy extraño no encontrar a nadie en el recorrido, los había que les gustaba madrugar y con las primeras luces del alba, antes de que el astro rey apareciese por el horizonte,  cargaban ya sus vasijas y partían hacia allí. Otros preferían a media mañana, otros a la caída de la tarde, porque a cualquier hora con un mínimo de luz la caseta permanecía abierta. Allí inmóvil estaba el guardián de turno, y varios fueron los  encargados de tan encomiable misión, que a base de perras gordas y monedas de dos reales de la época, nutrían la lata redonda de las sardinas arenques para subsistir, ellos eran los responsables de mantener el orden y velar de que todo estuviese apunto.

  Es posible que todo esto os suene a muchos como si os hablasen de galaxias y lunas, de agujeros negros incomprensibles, como quien habla de un tiempo esquivo y distante, por ello me gustaría exprimirme a tope hasta lograr una sencilla comprensión.  Llevaré a mis sufrientes neuronas hacia un precipicio, un pacto con tintes especiales porque deseo que cada detalle expuesto sea una alegoría repleta de símbolos, y estoy convencido de que entre aquellos memorables paseos surgió algún romance, cuando el ver a nuestra chica o chico capaz de quitarnos el sueño en esas mañanas frescas de verano, suponía  cosechar energía y vitalidad para afrontar el día con ilusión.

 Termino con esta frase propia  “La nostalgia es un sentimiento que madura en el odre de la vida”. Así quisiera que floreciese en vuestros corazones esta sencilla historia, regada con el agua que tanto sudor y tantas alegrías nos brindó en aquel entonces.




lunes, 4 de julio de 2011

Una explosión de deseo


Una explosión acorde de deseo
yace oculta cuan volcán adormecido,
esperando que llegue el terremoto
y emerja la lava en un latido.

Que descubra bajo el manto del deseo
cabalgando sin mesura mi sentido,
divulgue con el eco de tu aliento,
que hoy tú eres mi guerrero consentido.

No hay espacio vacío  entre mis dedos,
no hay aroma que no esté a mi piel prendido.
No hay color que adorne la guirnalda
como el brillo de tu oasis  cristalino.

Tus manos son diez rosas

Tus manos son  diez rosas que castigan
mi piel ensangrentada de deseo,
buscando en cada pétalo el aroma
que aturda mi salvaje entendimiento.

Tus manos son dos rocas que se elevan
del plano de tu cuerpo sosegado
y acechan en el negro de mis noches
voraces como lobos desbocados.

Tus manos son cristales que desprenden
reflejos de un amor desesperado
y dejan que su huella se haga eco
en el frío calendario de mi abrazo.

sábado, 2 de julio de 2011

A VECES ME PREGUNTO

A veces me pregunto cuantas veces me he enamorado, y sin descifrar a saber cuantas han sido, si puedo aseverar que en algunas de las veces que me ha sucedido, he sufrido. Y eso me acaece con cierta  frecuencia, me refiero a sufrir, porque en esta vida en la cual somos habitantes de alquiler, la sombra de la desdicha otea sobre nuestra felicidad cual buitre en busca de  carroña.
 Sería distinto si sólo me prendase de un sabor, del mar, de una colina, del tacto de una piel, de una puesta de sol, del silencio… pero no, no es solamente quedarse enamorado de cosas materiales  desconcertantes en un momento sosegado, en ocasiones me quedo embelesado también de personas, y sueño que comparto instantes memorables, y construyo fantasías apasionantes, por eso sin ningún apelativo, enamorarse de algo o de alguien produce una sucesión de efectos incomparables. Hay quien dice que se le encoge el estomago y pierde el apetito, otros que no concilian el sueño y pasan horas y horas en desvelo. De uno u otro modo es innegable que el proceder rutinario se altera, y acontecen sensaciones dispares rayando incluso a la lokura, no una locura corriente, sino una lokura con “k”.
  Luego, si por algún motivo de quien estás enamorado no te corresponde  llega la tristeza y la apatía.  Me he planteado no volver a enamorarme, de este modo no padeceré, y todo será más sencillo. Esta mañana de verano, he colgado sobre el andén de  mi corazón un cartel en el que dice:”prohibido enamorase” de no hacer caso a este anuncio será sancionado con seis meses  de congoja, donde  quedarán unas secuelas irreparables. Iré despacio recogiendo elementos disuasorios para evitar que nadie me turbe, ni en las mañanas soleadas, ni en las tardes grises, ni en las noches de luna llena. Hoy solamente el ángel que custodia mi vereda, sabe de mi dicha y de la singularidad de mi verso, miro al norte de unos ojos siempre atentos, aviento esperanzas, cosecho caricias, acarreo ilusiones y busco deseos por si en algún momento de la vida preciso emplearlos. Y es tras escribir estas letras donde recuerdo con cariño pasajes, momentos, vivencias, retales, pedazos, experiencias y periplos de ese maravilloso y mágico estado.