Relatos, poemas, cartas...

"La nostalgia es un sentimiento que madura en el odre de la vida".

miércoles, 28 de septiembre de 2011

MI AFANADA NEURONA

La tarde es calurosa. Un campo de remolachas se observa en el horizonte, donde diminutas nubes blancas carentes de lluvia luchan contra el implacable sol.
Ensimismado en mi habitación por la escena y rodeado de pilastras de libros, me dispongo a desahogarme y escribir una nueva historia con la que cumplir mi objetivo semanal. Una tarea que mi única neurona realiza con  esfuerzo y arrojo y que  quiero enfatizar.
Como cada semana, viajo a la página donde Monelle ha dejado incrustadas las palabras para el juego, las traslado a mi hoja en blanco de Word y tras  almacenarlas y grabarlas en mi cerebro comienzo la aventura.
Mi neurona emprende ávida  por vericuetos a veces insospechados un viaje   a la búsqueda de vocablos para su creación. Si bien son muchos y diversos,  tres son los principales caminos que recorre, cada uno con su idiosincrasia y  color pertinente, verde sentimiento, azul armonía y blanco pureza. Tras acarrear unas cuantas palabras las mezcla en una  coctelera translúcida  con el dibujo  de un clavel rojo como signo de diseño y modernidad,  la agita y una a una brotan las frases de la fábula como crisálidas en una noche de verano.

 En ocasiones aparecen términos enrevesados y  difíciles de insertar,  entonces,  haciendo gala de la astucia y el diccionario   (un tandem natural) agudiza el ingenio y las incrusta  de  modo ocurrente y sugestivo.

Verla afanada es todo un reto, compite frente a equipos de neuronas, más ágiles, más preparadas, más veloces... aun así no desiste y lucha con la esperanza de narrar algo interesante.  

No es una neurona cualquiera, ni siquiera es  inteligente, es una simple neurona amante del reto, donde goza en cada frase que compone,  amiga de todas las demás  neuronas que componen esta cándida estirpe y que se pinza con  asiduidad.


jueves, 15 de septiembre de 2011

La esquiva

La espera de tu ausencia se hace eterna,

divago perdido sin apenas conocer,
despertar la llama que te haga entender,
que soy cliente bebedor de tu taberna.

Tu frescura y desparpajo me consterna,
mas medito sin acierto a comprender,
de la esquiva hacia mí de tu querer
por ser tú de la burla una moderna.

Si el sol y las estrellas no alumbrasen,
si la tierra de furor estremeciera,
los pájaros del campo, su canto cesasen.

Aun haría que mi amor por ti creciera,
pidiendo que jamás me separasen,
de mi musa más celeste y compañera.





domingo, 11 de septiembre de 2011

Me despierto


Me despierto vacío e indolente
bajo el árbol que abrigó suspiros,
y descubro que bajo su sombra
se refugian tu magia y mi hechizo.

Y mis ojos colmados de noche
se despejan para ver camino.
Por él anda el verso, la canción, la luna,
se acunan dos almas, y a lo lejos…se oyen trinos.



martes, 6 de septiembre de 2011

LA ODISEA DE VITETE


Vitete, tosco, con fama de bruto y de pocos amigos, pensó que era el momento de enseñar a su hijo los avatares del campo.
Su hijo Pedro contaba nueve primaveras, precisamente el mismo día de su cumpleaños acompañó a su padre a un paraje conocido como La Universidad, llamado así porque en esa zona  enigmática siempre se aprendía algo.
Con las últimas luces de las estrellas,  emparejó su yunta de mulas y sobre el yugo cargó el arado, una operación que realizaba diariamente  con maestría.
Llegaron entre luces justo cuando el día desplaza a la noche a su descanso y, cientos de animales reanudan la tarea diaria de subsistencia.
Él, un hombre arraigado a la tierra desde que tenía uso de razón, quería que sus hijos tuviesen una vida más interesante, por eso insistía en enseñar a sus hijos la dureza del campo, para que se buscasen las habichuelas por otros derroteros.
Dejaron el ato a la sombra de una encina pomposa, las alforjas, un capazo de paja y cebada para las mulas, una manta que utilizaba como almohada cuando descansaba, y un cántaro de arcilla lleno de agua.
Después de colocar el arado y explicar a Pedro paso a paso su proceso, inicio a arar sobre el barbecho.
El chico realizaba el recorrido junto a su padre, la edad y la falta de hábito consiguieron que el cansancio, apareciese en  su menudo cuerpo.
Con apatía  le dijo a su padre que tenía sed y que estaba cansado.
Vitete indicó  a Pedro que se fuese a descansar y a beber agua.
Se presentó junto a su padre como alma que se la lleva el diablo, con los ojos desorbitados y  cara de asombro.

Su padre al verlo preguntó.
-          ¿Hijo, has visto un fantasma?
     -    ¡Padre! dentro del cántaro hay un hombre.

Ante la insistencia de su hijo, y viendo que no había manera posible de convencerlo, intento fingir naturalidad y aceptó acompañar a su hijo hasta el cántaro.
Tomó el cántaro, el sol se situaba a su espalda a la altura justa para introducirse por la boca del cántaro y, reflejar como un espejo el rostro turbio de Vitete.

Él, sorprendido y atemorizado soltó el cántaro y le pregunto a su hijo excitado.
- ¿Hijo, quien tú has visto llevaba boina?
- No, respondió el chico asustado.
- Entonces,  dentro del cántaro no hay solamente uno, sino dos.