Relatos, poemas, cartas...

"La nostalgia es un sentimiento que madura en el odre de la vida".

jueves, 30 de junio de 2011

Tus brazos son el lazo


Tus brazos son el lazo que me aferra,
tu cuello es talismán en mi mirada,
tus manos son corceles  que recorren
mi valle de suspiros  y cascadas.

Tu ombligo es el oasis de mis besos,
tus pechos las ventanas de un mañana,
tus piernas son esfinges que custodian
la entrada al infinito de tu alambra.


 Tus manos se mecen

Tus manos se mecen al desdén de mi aventura
y vuelven con el ansia entre los dedos
al lecho que nos hace primitivos
quemando los deseos ante el fuego.

Tus manos son refugio de pesares
que alivian a mi piel de su agonía
robando  los gemidos de mi pecho
e instaurando una dulce sinfonía.


miércoles, 29 de junio de 2011

VÍCTOR, SU TÍA, BOBY Y EL RUISEÑOR

Víctor ha cumplido ya diez años, vive con su tía única pariente, en una pequeña casa de un pueblo casi perdido. Ella, su tía, es de carácter áspero y huraño (debió nacer así y ni siquiera Dios pudo cambiarle su perfil tosco). 
El chico en cambio, es un niño  alegre, vivaracho y divertido, demasiado delgado pero con una fortaleza envidiable para su edad. Tiene una mirada dulce y limpia que impregna todo cuanto sus negros ojos vislumbran. Él vive en una pequeña burbuja, un paraíso donde  Boby, un perro callejero sin raza definida, inteligente y mimoso, es su más fiel amigo.
Hay días en que, sin saber  porqué, el manómetro de nuestro  subconsciente nos indica que algo va a suceder. Entonces, el tiempo propulsor de causa-efecto da un giro de ciento ochenta grados y todo se revierte de tonos y colores diferentes.
Esa mañana de verano el pequeño tomó su carcaj, llamó a su fiel Boby y se dispuso con sus minúsculas flechas impregnadas de una pasta pegajosa apresar un ruiseñor, con la esperanza de que la armonía de su canto  cambiara el humor de su tía.
Víctor tiene un don especial para alejar los nubarrones y las sombras que en ocasiones envuelven a su querida tía, porque a pesar de su temperamento, él, ama a su tía.
Llegó al lugar indicado en el cual un madrigal compuesto por diferentes cánticos proporcionaban armonía al entorno. Boby con su quietud y su cola en posición de rictus, indicaba la dirección donde un ruiseñor se afanaba en su canto. Tomó una de sus flechas, la colocó sobre su pequeño arco y apuntó con precisión.
La flecha despuntada, silbó en su trayectoria y al pasar frente al  pecho del ruiseñor le arrastró hacia un matorral abrupto, el ruiseñor quedó atrapado entre los espinos. Boby en un alarde más de generosidad, se adentró en el difícil arbusto hasta rescatar con su boca al pequeño ruiseñor.
En principio, Víctor creyó que Boby se lo había comido y le increpó por su acción, pero cuando abrió la boca y le encontró vivito y con la mirada perdida, cambio su actitud y se abrazó a él.
Ese día y el resto de los días venideros fueron mucho más radiantes, el ruiseñor logró volatilizar con su trino  el carácter de su tía, tal y como el pequeño Víctor había imaginado.




jueves, 23 de junio de 2011

Cómo te explico


Cómo te explico que no hay estaciones
que marquen el ciclo en  mi  vida.
Que todo son noches oscuras
siniestras, funestas, sin sol,
cuando tú, no estás presente.
Cómo te explico que soy marinero sin barco
esperando en un puerto sin agua
al barco que venga del mar,
hacia tu playa desierta de arena.
Hoy me he vestido de alientos,
susurros vacíos sin eco,
en mi alma no llueve, ya no hay rocío
que humedezca el jardín de mi pecho.

lunes, 20 de junio de 2011

Tendrá la tarde una esquina

Tendrá la tarde una esquina
que me quiera cobijar
con el manto de unas ganas
que acerquen felicidad.
Tendrá la tarde un castigo
que a mí me mande olvidar,
la liturgia de sus besos
el placer de sus caricias
y hasta su forma de amar.
Tendrá la tarde un presente
que no quiera custodiar.
Envuelto vino en la niebla
la apatía y la frialdad.
Se ha marchado la alegría
de mi salón al desván.
Hoy solo en la tarde quedo
sin objeto que mirar
sin camino que me alegre
sin barco, rumbo, sin mar.
Sin el brillo de sus ojos
sedientos mis labios van
hacia el norte de unas manos
que me logren mitigar.

miércoles, 15 de junio de 2011

MELANIA, LA RECOLECTORA DE LÁGRIMAS

   Para contar cuentos o historias hace falta poder transportarse a ese mundo fantástico de la magia, ese mundo donde habitan seres extraordinarios que sólo tienen cabida en nuestra imaginación.
   Es por eso que ahora mismo os voy a pedir que olvidéis el mundo donde vivimos, lleno de realidades, repleto de libros y libretas de clase y tal vez de exámenes finales… Vamos a transportarnos al mundo mágico de las hadas, los duendes y los elfos, pero para ello hace falta que os concentréis, que creáis en ellos por unos momentos y que os dejéis llevar por la magia de esta historia fantástica que os va a llenar de emoción.

   Allá en el país de las maravillas, al otro lado del mundo real, habitaba un ser muy especial: la recolectora de lágrimas. Un hada dulce y tierna, llena de ilusión y esperanza, que cada noche cumplía su objetivo.

¿Sabéis cual era su objetivo?  Tal vez os lo podéis imaginar porqué su nombre os da una pista … Pues ella, la recolectora de lágrimas, cada noche hacía su ronda por los cielos de los pueblos, de las ciudades y sus barrios, para recolectar las lágrimas de los niños que lloraban por la noche.

¿Alguna vez habéis llorado de noche? ¿No os habéis dado cuenta de que cuando os frotabais los ojos se os empañaban? Pues eso era que allí, junto a vosotros, se presentaba el espíritu de la recolectora de lágrimas para recoger las vuestras, aquel vaho borroso que os empañaba los ojos, no era otra cosa que la presencia de Melania que os había oído y os envolvía en su nube de fantasía…

Cada noche Melania salía desde la torre de su palacio, deslizándose suavemente entre las estrellas, en dirección allá donde su aguzado oído la conducía. Pero no iba sola… la arropaban pequeñas partículas brillantes que se situaban a su alrededor para protegerla.

¿Protegerla de qué? - os preguntaréis.
Queridos niños… no sabéis los peligros que esconde la noche por aquellos parajes. De noche todo está oscuro y no se pueden ver las cejas fruncidas de las nubes tormentosas a punto de descargar su lluvia. Es por eso que esas minúsculas partículas que acompañan a Melania se colocan cada noche junto a ella, para evitar que una tormenta de lluvia y viento la desvíe de su camino, ellas le sirven de impermeable protector para que cada noche pueda cumplir su objetivo.

   Atado a su cintura con un cordón dorado en forma de cinturón, lleva un frasquito de grueso cristal que va llenando cada noche con las lágrimas de los niños que logra recolectar, y cuando vuelve de regreso a su morada, lo vierte en otro frasco más grande hasta que lo tiene completamente lleno.
   Y entonces… entonces es cuando más felicidad le da su trabajo nocturno, porqué esas lágrimas recogidas con tanto amor las lleva a un lugar especial… muy especial…



   Aquella noche de invierno, después de dar unas cuantas vueltas sobre la ciudad, sintió una extraña sensación… no era una noche como las demás y nadie como ella reconocía una situación especial…
   Se detuvo un momento en la oscuridad de la noche, su cuerpecito flotaba en el firmamento y lucía con una aureola brillante, aguzó su oído inclinando la cabeza en la dirección contraria del viento y se concentró. Entrecerró los ojos, arrugó su frente y puso sus manos en los oídos para poder captar el mínimo ruido que delatara el lloro de un niño.
   Sí… ya lo tenía localizado…se oía a las afueras de la ciudad, pero estaba muy lejos…en un pueblecito del interior, por eso se oía tan flojito.
   Aquellos finísimos sollozos que se escapaban de la garganta de un niño habían podido ser captados a la perfección por la experta Melania y hacia allí se dirigió.

   Llegó hasta un viejo caserón de altos muros y ventanas pequeñas, a través de una de ellas pudo atisbar una tenue lucecita. Se detuvo de nuevo justo frente a la ventana y observó… estudió la situación…
   Nunca tuvo dificultad para entrar en las habitaciones de los niños, su magia la acompañaba por doquier. A veces, sobretodo en verano, se encontraba las ventanas abiertas o entornadas, pero en invierno todas estaban cerradas para proteger el calor de la familia. Entonces usaba su magia y su cuerpecito se vaporizaba, se convertía rápidamente en una leve bruma grisácea invisible para los ojos humanos y se filtraba por cualquier rendija, incluso por el hueco de la cerradura de la ventana.

   Lo que vio en aquella habitación le llenó de emoción.
Una niña de unos cuatro años estaba llorando desconsolada. Su madre la tenía sentada sobre sus rodillas y procuraba calmarla:

- Mami - decía la niña entre sollozos abrazada a su madre - quiero ir con mi abuelita.
- No llores, mi niña. La abuelita no está con nosotros, pero ayer fuimos a verla y sabes que estaba bien. Has tenido una pesadilla porqué la quieres mucho y la echas de menos. Aquí ya no podíamos cuidar de ella… Volveremos a verla la próxima semana. Anda, duérmete, que seguramente ella estará pensando también en ti.
  
   La mujer arropó con cariño a su hija y la besó dulcemente en la frente, apartando un mechón de pelo empapado de lágrimas. Salió de la habitación y le dejó un pequeño piloto de luz en la cabecera de la cama para que se tranquilizara y cogiera de nuevo el sueño.
   Pero la niña no se consolaba y Melania se decidió. Se coló por una grieta de la ventana y, atravesando la semioscuridad de la habitación, en un instante se plantó junto a la niña, que seguía sollozando entre las sábanas. Sacó su frasquito y empezó a recolectar aquellas lágrimas de amor que desbordaban en los ojos de la chiquitina. Tanto lloró la niña antes de dormirse, que el frasquito acabó por llenarse y así, Melania dio por finalizado su trabajo de aquella noche.


   Cuando ya en su palacio, se dispuso a vaciar el frasquito dentro del otro mayor, vio con gran alegría que aquellas últimas lágrimas de la niña habían dejado ya el frasco repleto, por lo tanto, había llegado el momento de llevarlas a aquel lugar especial, donde tanto bien hacían.
   No esperó la noche siguiente y se dispuso de nuevo a alzar el vuelo hacia aquel lugar.

 ¿Sabéis dónde iba Melania?

   Pues a uno de esos lugares donde se cuidan a nuestros seres mayores tan queridos, a la Residencia de Ancianos. Allí era donde la recolectora derramada todo su frasco de lágrimas, cada recipiente iba destinado a una Residencia distinta y aquella noche, por arte de magia, le tocaba allí, el mismo lugar donde la abuelita de la niña estaba ingresada.
   La recolectora de lágrimas adoraba su trabajo. Se le ensanchaba el corazón a medida que se iba acercando a la Residencia porqué sabía el bien que hacían aquellas lágrimas de los niños a todos aquellos ancianos que se dormían en la soledad de su habitación. Melania entraba en todas y cada una de las salas y visitaba uno por uno a todos los ancianos. Sin que ellos se dieran cuenta, se situaba a su alrededor y les salpicaba con unas pocas  lágrimas. El efecto era instantáneo, aquellas pequeñas gotitas recolectadas con tanto cariño se convertían, por obra de magia, en salpicones de felicidad para aquellos queridos abuelos. A los pocos minutos, desaparecía la angustia en sus corazones, se sentían tranquilos y se quedaban plácidamente dormidos hasta el día siguiente, que sería un día especialmente feliz para ellos porqué se sentirían impregnados por el amor de aquellos niños que estaba concentrado en sus lágrimas.
   Pero al acercarse a la abuelita de la niña, Melania se sintió tocada por una sensibilidad especial… La anciana estaba tumbada en su cama de frías sábanas blancas con la mirada perdida en el techo… no podía conciliar el sueño pensando en su nietecita. El hada decidió que aquel era un momento especial, de alguna manera tenía que hacer llegar el amor de la niña hasta el corazón de la anciana…. Y fue entonces cuando, bajo la penumbra de aquella habitación, aquella bruma grisácea se fue condensando hasta que el cuerpecito de la niña apareció en la cabecera de la cama. Había adoptado el cuerpo de la nieta por unos instantes, para estar al lado de aquel ser tan querido.
   La viejecita no se dio cuenta hasta que notó que una mano diminuta se cogía a la suya y una cálida humedad le acariciaba la frente, los ojos, las mejillas… eran las lágrimas que se iban deslizando sobre su piel. Giró su cabeza sobre la almohada y sus ojos se abrieron como naranjas cuando vio a su querida niña a su lado.
   Sabía que aquella aparición no era real, que no podía ser, pero apretó suavemente la manita entre la suya y supuso que era un sueño, que se había quedado dormida con aquella honda pena en el alma y por eso ahora estaba soñando con la niña. Dio gracias a Dios por concederle aquel hermoso sueño y… se quedó plácidamente dormida mientras las manos del hada acariciaban su frente.
   Melania retornó a su palacio, esperando una nueva noche, más lágrimas de niños para recolectar y más emociones para repartir en las Residencias de Ancianos.

   Si os dais cuenta, nuestros mayores siempre nos dicen “Cuando nos hacemos mayores, nos volvemos como niños”. Pues ese es el objetivo principal de la recolectora de lágrimas… convertir corazones viejos en corazones nuevos…



jueves, 9 de junio de 2011

Soy mendigo


Soy mendigo de tu abrazo
voy sediento de tu beso
y transito por el mundo
tras la huella de tu sueño.

Manantiales, hierba verde,
árboles, flores y hiedra,
custodian  ese trayecto
desde mi casa a tu vera.

 Que tendrá la tarde

Tendrá la tarde un vestido
una lisonja , un color,
y unas manos prisioneras
que entre sus dedos prendiera
la carta de mi dolor.
Tendrá la tarde abanico,
que agite y burle el capricho
y profane mis sentidos
con su aire embriagador.
Tendrá la tarde un eclipse,
que sea musa y fetiche
que quien lo mire se hechice
y le alivie su pavor.

viernes, 3 de junio de 2011

Son mis manos


Son mis manos corceles desbocados
que galopan valientes en la batalla,
hoy sedientos abrevan ante tu talla
y dichosos  se afirman a ti atados.

Son tus manos el mapa que  persiguen
carreteras directas hacia el infierno,
y aún sabedoras de que nada es eterno
mi piel  suplica que a ella castiguen.

Son tus manos dos alas de mariposa
que en la flor de mi  boca revoletean
y por mi espalda bien serpentean
resplandecientes, cálidas y caprichosas.

Son mis manos  paredes que se alzan
hasta el cielo que cobija nuestro sueño,
que construido con  mimo y con empeño
aún distanciadas, ellas  se abrazan.


miércoles, 1 de junio de 2011

EL CONCIERTO


El concierto estaba a punto de empezar, casi llego tarde, menos mal que actuaba Sibila primero, así me daba tiempo a acomodarme con libertad antes de que saliese al escenario Manolo García…

Entonces le vi. Nuestras miradas se cruzaron durante unos segundos. Unos grandes ojos verdes, ante mí, que parecían atravesarme llegando  a acariciarme el alma, mi cuerpo sintió un escalofrío que me recorrió por completo.

Fue tan fugaz... la música comenzó a sonar pero mi mente estaba lejos… muy lejos. Absorta en esa mirada que minutos antes me había cautivado, buscaba entre el público su presencia. De repente volví a encontrarle a menos de un metro de distancia.
No es por ser coqueta pero el también se había fijado en mí. Por un instante, sentí que el Pabellón se había quedado vacío, sólo para nosotros. Durante todo el recital; lo de menos era Manolo García, lo mas importante era él... esa mirada que me había cautivado y cada vez que levantaba mi vista hacia él, ahí estaba... sin dejar de mirarme… Fue un juego de miradas que duró toda la noche.
Al concluir el concierto salí pensando que nunca más le volvería  ver. Exhumé mis recuerdos del pasado, no entendía el motivo por el cual me había fascinado tanto alguien de quien ni siquiera sabía su nombre. Nunca me había ocurrido nada igual
En la calle, comenzaba a llover e intenté buscar un refugio  hasta la entrada del metro  pero lo pensé mejor y llamé un taxi.
- Al paseo de la Castellana, por favor
Miré por el espejo retrovisor y no me lo podía creer… esos ojos…
Encendió la radio….
“Te guardo una tarde de sol por si la quieres…
Ese es un tesoro que nadie podrá arrebatarte
Te guardo una mirada risueña que nada pretende
Te guardo en mi bolsillo el calor de mi piel por si vinieras…”
Sonreí… una sonrisa cómplice y el coche arrancó…