Ahora estoy frente al circo de tus ojos,
frente a esos labios que mi boca inflama,
frente a ese eterno despertar seguro
al que tanto quiero y mi dicha guarda.
Si advirtieras celeste lo que en mí provocas…
alegría en vida, remolino en alma,
dulzura en la noche… y tu acento abraza
a mis ojos dormidos, sobre el puente del alba.
Hay un resplandor
Hay un resplandor que está conmigo
que ilumina sin cesar en mi alborada.
Hay un resplandor ceñido a mi cintura
que complace de luz, mi noche amarga.
Si la luna no se asoma, y está oscuro,
presurosa acude, y su mano alarga.
Y apacigua con caricias mis temores
y me duermo, esperando otro mañana.
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