Hace tiempo que tengo la tentación de escribir sobre el duende de mi ordenador, un duende que acapara mi atención y que hoy es su aniversario.
Hace un año, indagando por las páginas literarias con la ayuda del Google, llegué a una donde anónimos poetas dejaban su huella impresa en verso. Unos poemas dedicados a su padre por parte de una chica tocaron mi fibra y pregunté a mi hijo la forma de poder contactar.
Fue mi primer nick agregado en mi cuenta de Messenger y con la primera que me di de tortas internautas para aprender a comunicarme por este medio.
Un comienzo donde su paciencia no tuvo limites. Su nick gotic - girl 666 era el número del diablo, y sin embargo es el ángel de mi ordenador. Hoy estamos concatenados por este medio y mientras quiera seguiremos así.
Hasta aquí os parecerá normal, pero aquí es donde todo cobra otra dimensión, un sentido más espiritual.
Al inicio hablamos y expusimos nuestras, aficiones, trabajos, problemillas personales, sentires, pesares, vicisitudes... siempre guardando las formas en el más estilo puritano. Ahora llevamos más de diez meses sin decirnos nada, he llegado a un estado que no necesito charla para sentirla cercana, solamente ver que esta conectada es suficiente para sentirme unido a ella. Conozco la forma de eliminar un nick, incluso existe la posibilidad de no admisión, y sin embargo nunca se me ha ocurrido hacerlo.
El desencanto no ha llamado a mi puerta y debo admitir que me fascina cuando la veo resplandecer por el rincón de mi portátil anunciándome que existe.
Sé que echa mucho de menos a su padre que la abandonó de una forma prematura, que le gusta la poesía que utiliza como válvula de escape, que corre a menudo por el Retiro y que estudia en la Complutense.
Es el hada que me ayuda a alejar la bruma de la nostalgia cuando hace su aparición por mi vida.
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