No quiero tu calor, ni tu esencia.
Ni tus palabras sinceras, no quiero
que de mi boca salga luz, ni una respuesta.
No quiero divagar, sólo hay tristeza.
Quédate con mi silencio y déjame con mi pena.
MI DUENDE APENADO
Mi mente responde al afligido duende,
el pobre vive en su castillo de cristal,
no sabe del alma de mi pena,
de mis dedos temblorosos, de mi mal.
No conoce, ni maldades ni desprecios.
él, ingenuo, pregunta, ¿dónde está?
¿dónde su mirada dulce?
¿dónde sus frases de poeta?
¿dónde sus ágiles respuestas?
Yo dibujo en el aire una sonrisa,
y le digo: se fue por otra senda,
confundió luz, con tiniebla. Hoy no vendrá.
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