Definir amistad a veces resulta difícil, otras es tan fácil que hasta las palabras mas inverosímiles encuentran sitio para describirla.
Hoy realizo el viaje perenne de una nueva etapa, he conocido la alegría encarnada, el trance, la sugestión y la velocidad del tiempo.
Me he sentido agonizar de felicidad, he visto un aroma imperecedero rondando como una aureola tras ella. Posee la sabiduría para hacerte sentir especial, ese trueque de artimañas que utiliza son propios de un ser diferente, donde todo a su alrededor se vuelve de vivos colores.
Ejerce la sabia medicación sobre las tristezas, las nostalgias, los pesares... y sin grandes aspiraciones se atreve con todo.
Sonríe, y al reír en esa casquivana nariz se forman pequeñas arrugas que indican que está a gusto, que se siente cómoda, que te hace cómplice de sus actos. Te soborna con su mirada y te incita a que viajes a las cuencas de sus ojos, allí, en ese estado extático descubres bienestar y ternura.
Un torrente de vida fluye por su menudo cuerpo y, en la noche se transforma en millones de luciérnagas que iluminan y radian por donde transita mitigando cualquier atisbo de penumbra.
La fortuna acompaña a uno de mis amigos por poder contar con tan entrañable compañera.
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