Qué sencillo resulta caminar bajo el cobijo de tu falda
y sentir la tutela de tus dedos,
embriagarse con el cáliz de tu boca
y quebrarse como un junco bajo el viento.
Qué sencillo resulta mirarse ante tus ojos,
y despertarse con la brisa de tu aliento,
después de una noche de pasión
anhelada por el fuego de dos cuerpos.
Qué sencillo resulta recitarte los poemas,
escritos con la pluma del afecto,
que describen las pericias del amor
y dibujan de color el sentimiento.
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