Son mis manos corceles desbocados
que galopan valientes en la batalla,
hoy sedientos abrevan ante tu talla
y dichosos se afirman a ti atados.
Son tus manos el mapa que persiguen
carreteras directas hacia el infierno,
y aún sabedoras de que nada es eterno
mi piel suplica que a ella castiguen.
Son tus manos dos alas de mariposa
que en la flor de mi boca revoletean
y por mi espalda bien serpentean
resplandecientes, cálidas y caprichosas.
Son mis manos paredes que se alzan
hasta el cielo que cobija nuestro sueño,
que construido con mimo y con empeño
aún distanciadas, ellas se abrazan.
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