Relatos, poemas, cartas...

"La nostalgia es un sentimiento que madura en el odre de la vida".

sábado, 23 de julio de 2011

DOMA EN EL ALBAICIN

Un crepito de cascos de caballos por las empedradas calles del barrio se hacían eco. Salí a la ventana y contemplé un numeroso grupo de jinetes que ataviados con traje de gala, iban custodiando a una guapa amazona que montaba un caballo alazán, tras ellos  un joven  potro  salvaje.

Al llegar a la plaza le soltaron, cerraron la entrada  y allí quedó el potro a la espera de “Yusuf” hermano del rey Boadil, un consagrado jinete del que contaban era tan buen jinete como amante.

Un menudo hombre que no aparentaba ser tan genial como la gente describía, y resultaba fácil disociarlo de esa áurea que se rumoreaba poseía.

Bajé a la plaza del Albaicín en la que una multitud de gente se agolpaba intentando tomar buena posición para el espectáculo.

Esa preciosa mujer era la princesa del reino de Córdoba, su padre, el rey de esa ciudad, tuvo una crisis con Boadil  que terminó  en un pacto, si domaba al potro en una única sesión, le cedería a su hija como esposa, de no conseguirlo le tendría que ceder el territorio en disputa.

Boadil aceptó con la condición que fuese su hermano el que sometiese al corcel.

Yusuf se dirigió con decisión hacia el animal, este relinchó con furia y corrió en dirección contraria, él continuó caminando directo al caballo que, no pudiendo abandonar el recinto, se refugió en un rincón de la plaza. Tomó la rienda con fuerza, un aire de incertidumbre recorría aquel lugar. El potro comenzó a dar círculos en derredor del jinete mostrando sus cascos en tono desafiante pero él ni se inmutó. Ante esa demostración de fuerza y con la agilidad de un felino se abalanzó sobre la crin del corcel, levantó una de sus piernas y en un visto y no visto se colocó a horcajadas a lomos del caballo.

El rocín comenzó un rápido galopar y saltos confusos en un intento  de arrojar al jinete al suelo, Yusuf se prendió de tal forma al animal que parecían un mismo cuerpo, el potro agotado y sudoroso cedió en su empeño.

Unas minúsculas moléculas de polvo quedaron suspendidas en el aire, que atravesadas por los rayos del sol producían un efecto visual extraordinario y mágico.

El paisaje de la melancolía radiaba en las caras de los jinetes que acompañaban a la princesa, a su regreso tendrían que darle la noticia al rey.

-      ¡Señor! Yusuf, nos ha vencido.

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