Tus manos son diez rosas que castigan
mi piel ensangrentada de deseo,
buscando en cada pétalo el aroma
que aturda mi salvaje entendimiento.
Tus manos son dos rocas que se elevan
del plano de tu cuerpo sosegado
y acechan en el negro de mis noches
voraces como lobos desbocados.
Tus manos son cristales que desprenden
reflejos de un amor desesperado
y dejan que su huella se haga eco
en el frío calendario de mi abrazo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario