Relatos, poemas, cartas...

"La nostalgia es un sentimiento que madura en el odre de la vida".

jueves, 7 de octubre de 2010

RETAZOS DE UN RECUERDO II


      Sí… fue la primera tarde de su ausencia, donde expectante al tintineo de sus zapatos avisadores de su llegada, esperaba tras mi visillo de puntilla  blanca, al más grácil de los hombres, un tipo sin un nada espectacular pero con un todo especial. Altanero y misterioso, el cual pegaba su mirada en mi cristal, donde yo le ofrecía mi silueta como premio.
     En balde esperé toda la tarde clavada en la vieja ventana, sin apartar mis ojos de la sinuosa calle donde un aire pegajoso se iba haciendo hueco en mi corazón a medida que pasaban las horas inciertas. Inútilmente soslayé aquel mirador con la esperanza de verle aparecer con su cálida mirada puesta en mi atalaya, objeto ya de mi sueño y delirio más ardiente de mis noches y mis días.
     Una tarde salí, el día estaba triste, como triste estaba yo,  un cielo gris encapotado amenazando lluvia, el aire gemía por la angosta calle, acercando en sus ráfagas una sinfonía misteriosa que no conseguí adivinar. Mi rostro sentía el frío y húmedo aire y hasta diría que helaba el alma con su soplo glacial.
     Anduve no sé cuánto tiempo por los barrios más cercanos y recónditos, absorta y compungida, con la mirada vaga y perdida, realicé un maratoniano recuento de los momentos vividos y me preguntaba porqué no me atreví a darle una señal. Una indicación que le hiciese pensar como ansiaba mi cuerpo retozar con él entre las sábanas.
     El cielo oscurecía, el aire soplaba con más ímpetu y más brío y habían comenzado a caer unas enormes gotas de tormenta cuando, sin saber como, pues ignoraba el camino que me había llevado hasta allí, me encontré en una pequeña plaza casi redonda, en su contorno un pórtico de piedra cobijaba a un joven pintor.
     La casualidad quiso que fijara mi vista en el artista que en carbonilla sombreaba a un joven y atractivo caballero. Experimenté un sentimiento de angustia al evidenciar que ese dibujo pertenecía al caballero que había detenido su mirada  días pasados en mi ventana.
     Sonsaqué al pintor y me asombré cuando me contó que este dibujo tenía aviso de donarlo en la dirección  de mi morada, junto con una carta para la dama de la ventana.




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