Relatos, poemas, cartas...

"La nostalgia es un sentimiento que madura en el odre de la vida".

domingo, 26 de septiembre de 2010

CITA CON LA MUERTE



La noche se despedía, el día iniciaba una nueva aventura y la lluvia, ese elemento tan preciado, caía con fuerza; finalmente opté por tomar el coche. En una curva el vehículo que me precedía perdió el control. Giré el volante para no colisionar y mi coche comenzó a dar vueltas por un terraplén. “Cachorro” (nombre cariñoso de mi turismo) se convirtió en una jaula, un amasijo de hierros por todas partes.
     Todo se volvió oscuro cuando de pronto vi acercarse  un personaje siniestro hacia donde yo me encontraba. Gruesas gotas de agua fría caían sobre mi cara.
     El aparecido iba vestido de negro, sus ojos parecían inyectados en sangre a ambos lados de su nariz aguileña, dientes afilados y unos dedos largos y huesudos aferrados al astil de su arma. El escenario era tétrico, sólo el negro y el gris estaban presentes. Advertí que, a medida que mi energía se iba minando, la suya aumentaba.
     Cientos de pequeños héroes como luciérnagas salían de mi áurea para luchar contra ese personaje funesto que se acercaba provisto de una guadaña. La lucha era desigual, sin esfuerzo los arrojaba por los aires haciéndolos pedazos con la hoja afilada de su enorme hoz. Comencé a fantasear y a preguntarme cual era mi rol en este juego. Él, inició un cántico muy entusiasmado, tenía una nueva victima para añadir a su colección. Mis amigos no me perdonarían el haberles abandonado de una forma tan precoz e insulsa.
     Alzó la guadaña y elevó sus brazos para asestar su golpe de gracia sobre mí.
     Un temblor seguido de una incontrolada excitación hicieron acto de presencia en mi cuerpo, cuando unos dulces labios se posaban sobre los míos insuflando aire con celeridad en mis pulmones, mi corazón inició de nuevo un frágil palpitar, mis ojos se abrieron y avistaron alejarse al infausto elemento rechinando entre dientes.
     El ruido de una sirena como fondo, un fuerte olor a tierra mojada, unos ojos verdes observándome y sus manos posadas sobre mi rostro, dieron paso a una gama multicolor en la que el verde era el color predominante.






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