Relatos, poemas, cartas...

"La nostalgia es un sentimiento que madura en el odre de la vida".

viernes, 24 de septiembre de 2010

RETAZO DE UN TROVADOR



     A veces las cosas suceden cuando menos se  esperan. Decidí acercarme al mar, desde el acantilado escrutaba en mi interior sensaciones frescas que impulsaran mi imaginación, en busca de nuevas rimas con las que expresar mis emociones.
     Era un día ardiente, mi mente poco lúcida no conseguía hilvanar un poema con el que me sintiese complacido.
     Aquella tarde contemplaba el océano en el devenir de sus olas, golpeando de forma brutal y salpicando sus espumas sazonadas a varios metros de altura sobre el arrecife, dejando su aroma húmedo y salado.
     Yo aguardaba la visita de mi musa complaciente, la que tantas tardes, amaneceres y noches me visitó sonriente permitiéndome crear pequeños tesoros poéticos.
     El lugar era ideal para la inspiración y quiso la fortuna que deparase en una joven morena atrayente y abatida, que  permanecía sentada sobre una roca rodeada de musgo.
     Me aproximé con sigilo y cuando ya me encontraba a pocos metros, me senté a observarla. Ella parecía ausente, su barbilla la apoyaba sobre su mano derecha temblorosa, miraba hacia el infinito de ese mar alborotado buscando un imposible, sus ojos tristes y vidriosos, se dejaban ver entre sus negras lentes indicando que algo había logrado ofuscarla.
     Tenía que hacer algo que lograse extrapolar sus congojas a un lugar lejano y arrinconar el hastío de aquella chica abatida. Atisbé en la profundidad del océano buscando el hechizo que me iluminase para deleitar aquella mujer, escudriñando en el baúl de las imágenes inquietas repletas de ilusión y, con la magia del verbo que describe vivencias incompletas, conseguí que mi pensamiento enrevesado plasmase en mi libreta una poesía. Atusé mi greñudo y alborotado  pelo  y  le entregué con entusiasmo el poema.

Escucha niña que el hechizo atiende,
un mar  de dudas por tu campo vuelan.
Son las razones, las que no te entienden
y  el dolor interno  quien a ti atormenta.
Si vestida vienes, de melancolía,
y en tu dulce alma, la canción no suena
no busques consuelo en tu fantasía,
que un aire rancio truncó su quimera,
la dejó desnuda,  solitaria  y muerta.
Mírame a los ojos que una llama prende
de un  trovador, soñador  sincero,
que intenta con su pluma y con su verso,
incendiar  de entusiasmo tu desdicha,
y quemar  la madera de tu pena.

La recompensa a este poema fue, una dulce sonrisa y un   “¿Me lo dedicas?”



1 comentario:

  1. Qué bonito;

    Con un pequeño detalle se puede conseguir que alguien triste vuelva a sonreír, bien por ese trovador que supo dar un poco de sí mismo para quien lo necesitaba, no hay mayor satisfacción que poder compartir con los demás algo que te gusta, regalando con ello una chispa de esperanza y felicidad.

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